Ecumenismo, el viejo truco

El ecumenismo

¿Qué es ecumenismo? Desde el punto de vista estrictamente literario se podría definir como “Movimiento que promueve la unidad entre todas las Iglesias cristianas”.

La primera impresión del desprevenido es asumir esta idea de “unidad” como algo positivo, como algo deseable, aprobado y anhelado por Jesucristo. Pero ¿Es así?

Unirse en yugo desigual

Pablo, el apóstol, escribió en su segunda carta a los Corintios:
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos;
porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?
¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial?
¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?
Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos. Y seré su Dios. Y ellos serán mi pueblo.
Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré."

¿Y quien es el tal “Belial” mencionado por Pablo?
Belial es una palabra que aparece repetidas veces en el Antiguo Testamento hebreo (heb. Belîyya{al, "inútil", "perversidad [vileza]", "desorden", "despreciable"; gr. Beliár o Beliál)., casi siempre en relación con "hombre", "mujer" o "hijo", de modo que la frase podría significar "hombres impíos" u "hombres perversos", como se la traduce en nuestra RVR (Jue. 19:22; 20:13; 1 S. 1:16; 2:12; 10:27; 1 R. 21:10; 2 Cr. 13:7; etc.).
Cuando se emplea en forma aislada significa "destructor" (Nah. 2:1) o "malvado" (2 S 23:6; Job 34:18). En el NT y en los Rollos del Mar Muerto se usa el término como un nombre propio de Satanás y/o del príncipe de demonios y las tinieblas (2 Co. 6:15).

Me pregunto ¿A todo aquel que se autodenomina “cristiano” debe considerársele un hermano?
La Biblia nos advierte reiteradamente, que los últimos tiempos serán de relajamiento de la doctrina, de aparición de falsos maestros, de falsos Cristos, de comerciantes de la Fe, de gente que corre y se aglomera en busca de lo que es agradable a sus oídos. etc. Todo esto resumido en una sola palabra: “APOSTASÍA”.

Ecumenismo, sabiendo que esto significa la comunión indiscriminada con cualquier grupo que se autodenomine cristiano, incluyendo, y especialmente al Catolicismo Romano, es concordar con Belial.
¿O acaso el romanismo ha renegado de sus prácticas idólatras o de su falsa doctrina marianista? Por nombrar solo algunos de los aspectos más anticristianos de esta bien llamada religión y falsamente llamada cristiana.

Un poco de historia

¿A alguien le queda alguna idea del origen del romanismo?
El creyente menos ilustrado en historia de la Iglesia sabe que la Iglesia Romana surgió del perfecto sincretismo político religioso propugnado por el emperador Constantino, por cuya instancia se fusionó el desviado cristianismo de aquellos tiempos, al que él adhirió, con el más genuino paganismo. Solo se debió cambiar los nombres de las deidades paganas por designaciones cristianas, conservando la forma, el liderazgo, la liturgia y hasta las fechas conmemorativas impías.
Esto ocurrió en el año 313 dC. En ese año, el entonces emperador Constantino, mediante lo que se conoce como “Edicto de Milán”, ordenó que el “cristianismo” sea reconocido como “religión” pasando a ser el puntal ideológico del Imperio. Sus sucesores, terminarían de dar forma al proyecto que hoy conocemos como la Iglesia Católica.
El culto a las imágenes, la adoración a la deidad femenina, el celibato de los sacerdotes, la estructura monástica, los atuendos y el poder de éstos, entre otras cosas, constituyen la herencia directa del paganismo antiguo.
En resumen, una obra maestra de Satanás, que logró mediante este ardid fusionar paganismo antiguo con nominación cristiana.

Al constituirse la Iglesia Romana, se transfiguró el poder político del Imperio Romano en decadencia, en poder religioso. Desde el Siglo V y hasta el Siglo XV, Occidente se sumió en uno de los períodos mas sombríos de la historia: La Edad Media, también conocida como la Era del Oscurantismo.

Durante este tiempo, el remanente de fieles y verdaderos creyentes, ha sufrido la cárcel, la tortura y la muerte.
No fue hasta principios de los años 1500 en los que se comenzó a gestar un movimiento renovador en el seno de la misma Iglesia de Roma, en medio del apogeo del desvío y los excesos del papado gobernante.
El 31 de Octubre de 1517, Martín Lutero, un sacerdote católico, filósofo y académico universitario alemán, que entendió el verdadero Evangelio y entregó de lleno su vida a Cristo, alzó la voz y proclamó sus célebres “95 Tesis” mediante las cuales expuso a los ojos de todos los principios básicos de la verdadera Fe en Jesucristo. En ellas, y entre otras cosas, dejaba en claro que no hay otro mediador entre Dios y los hombres sino Jesucristo, y que la paga del pecado fue efectivizada de una vez y para siempre por Cristo en la Cruz.
Su prédica prendió enseguida entre los sacerdotes que sinceramente buscaban la verdad, aunque, hasta ése entonces por el camino equivocado. Así nació la Reforma Protestante.
Junto a otros reformadores que el Espíritu Santo levantó en diferentes países de Europa, consolidó la extensión del Evangelio de la Gracia.
Muchos de éstos y una multitud de nuevos creyentes debieron sufrir la cárcel, la tortura, las más terribles vejaciones y aún la muerte, por parte de los pro romanos o como se autodenominaban, los contrarreformadores.

Con la Reforma, la Biblia, la Palabra de Dios, que hasta entonces se escribía en latín y era botín de una pequeña casta de curas e ilustrados, pasó a las manos del pueblo. Lutero, llamado hoy el Padre de la Lengua germana, tradujo la Biblia al alemán, el idioma del pueblo. Esto significó no solo la posibilidad de acceso a toda la gente, sino también la emergencia de la alfabetización y el consecuente crecimiento cultural del pueblo. Otro hombre de Dios, Guttenberg, a quien se la atribuye la invención de la imprenta, consumó su ópera prima con esta nueva tecnología realizando el primer libro impreso de la historia ¡La Biblia!

La irrupción de la Reforma Protestante, es decir el más grande y genuino avivamiento de la Historia desde los tiempos de los apóstoles, significó además del Renacimiento de la Iglesia de Cristo, un baño de luz que sacó a la Europa Reformada de la oscuridad política, económica, social y religiosa y la embarcó en un acelerado proceso de crecimiento y desarrollo.

El ejemplo de Balaam

Uno de los pasajes mas contundentes y claros para explicar esto de la “apostasía” está dado en 2ª de Pedro capítulo 2.
Si de entender los movimientos de la Iglesia de hoy en día se trata, nada mas claro que lo expuesto en esta parte de la Biblia. De ésta quiero resaltar el versículo 15: “(...)Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad.”

¿Cuál era el camino de Balaam?
La historia es muy conocida y no por ello menos profunda. Debemos remitirnos al capítulo 22 de Números.
Balaam era un siervo de Dios, un profeta, que empezó a acercarse y coquetear con los enemigos de Israel. Tal era la cercanía de Balaam con los enemigos del Pueblo de Dios, que aquellos tuvieron el atrevimiento de solicitarle que maldiga a su propia nación.
Balac, el rey enemigo, sabía que la Palabra que vendría de Balaam era eficaz. Dijo “(...)Pués yo se que el que tu bendigas será bendito y el que tu maldigas será maldito(...)”.

Balaam, en vez de ubicarse en el lugar que Dios le había ordenado, continuó dialogando y coqueteando con la gente de Balac el moabita.
La historia sigue y es conocido el momento en que Balaam es amonestado por Dios a través de la boca de su burra.
Es que a Balaam le gustaba coquetear en la corte de Balac, le gustaba hacerse notar y por que no compartir. Es más, apreciaba los favores de esta posición de acercamiento. Me imagino que Balaam habría dado claras muestras de complacencia hacia las prácticas de los moabitas. En otras palabras, los toleraba ¿De que otra manera se hubieran atrevido a solicitarle que maldiga a su propio pueblo?
Dice la Biblia que Balaam amó el premio de la maldad. ¿Y que otro premio amaría que el que no sea la adulación, el status y el dinero?
¿No es acaso la misma motivación que impulsa a muchísimos líderes de un cristianismo solapadamente tergiversado, de esos que pululan alternando Iglesias y grandes auditorios, vendiéndose a si mismos tras la estampa de Jesucristo? ¿Qué problema tendrían en conciliar con Roma, si de alguna manera “venden” lo mismo?

Creo que el acercamiento de los evangélicos al romanismo no es otra cosa que “coquetear con Balac”.

“Si no puedes contra ellos entonces úneteles”

Esta frase muy conocida tiene un sustento en la historia bíblica narrada en el capítulo 4 de Esdras.
“Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel, vinieron a Zorobabel y a los jefes de las casa paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a Él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí”

Satanás es un maestro del engaño y hábil estratega. Ataca por todos los frentes. Pero su máxima habilidad consiste en infiltrarse.
Notemos que los enemigos de Judá y Benjamín referidos en la porción bíblica enunciada, “tentaron” a los líderes del pueblo y les expusieron la innecesaria pugna, ya que al fin de cuentas “adoraban al mismo Dios”.

En mi opinión personal, que no pretende ser absoluta ni siquiera referente, no es esperable un avivamiento hacia el fin de los tiempos, más bien una decadencia espiritual de tal magnitud compatible con lo descripto en la Biblia como “Apostasía” o declive espiritual.

El viejo truco

Creo que el creciente movimiento ecumenista, ya consolidado en gran parte de Europa y haciendo pié fuerte en América, es una muestra clara de la Apostasía de los últimos tiempos.
Otra vez la misma estrategia: “Comulgar”, “Unirse”.
Tal como ocurrió con el surgimiento de la religión de Roma en épocas de Constantino el Grande. Satanás siempre tentando, y de éste lado, siempre alguien dispuesto a “vender su primogenitura”.

¿Pisotearemos la sangre de los mártires de los Circos Romanos? ¿Pisotearemos la sangre de los muertos por la tristemente célebre Inquisición? ¿Pisotearemos la sangre de los mártires de la Reforma? ¡¿Pisotearemos la sangre de Cristo?!
¿No les alcanza con la Salvación tan grande y la Gracia otorgada por Dios, como para tener que buscar comunión con los idólatras? ¿O es que nunca han entendido? ¿O es que la fama y el dinero tienen más valor?

Me entristece el pensar que la caída de las barreras denominacionales no pueda ser el fruto de la comprensión y la comunión basada en el genuino conocimiento de Cristo, sino nada más que la consecuencia de tal grado de ignorancia y falta de convicciones que no sea posible sostener ni siquiera una posición doctrinaria mediante un argumento bíblico razonable.

Creo que Dios no es un Dios de grises. Tampoco un arlequín.
Que Dios nos ayude

Escrito por Daniel E. Dañeiluk.

No hay comentarios:

Publicar un comentario